martes, 13 de diciembre de 2011

Todos los hombres son mortales (Simone de Beauvoir)

En “todos los hombres son mortales” “Simone de Beauvoir noveliza una de las aspiraciones más anheladas e imposibles de lograr por la humanidad: la inmortalidad. Raymundo Fosca es el hombre inmortal nacido en el siglo XIII y “condenado” a vivir por siempre. Fosca es el ser atemporal; el ente que no puede resistir vivir varias vidas, pues en cada una de ellas aprende a ser imperfecto, limitado, mortal. Raymundo experimenta el odio y el amor, la tristeza y la alegría,  la futilidad y la transcendencia; elementos que deben ser efímeros en la vida de cualquier ser humano, pero que en un inmortal se multiplican sin descanso. El hombre se suscribe a un solo tiempo y un solo espacio  en donde lo vivido se termina con la “bendita muerte” la cual nos permite enterrar la presencia del recuerdo sobre lo perdido, por eso, Raymundo necesita morir La mortalidad permite filosofar; ver el devenir del mundo y formular las grandes preguntas que configuran los enigmas del universo. Ser mortal nos permite apreciar, valorar y recordar cada momento de la vida porque sabemos que estos son irrepetibles. En un inmortal, los instantes de su vida son fútiles y  banales ya que él sabe que los volverá a vivir. Simone de Beauvoir condena a su personaje a la eternidad, lo castiga con la repetición de instantes que deberían no serlos… Raymundo Fosca prefiere dormir y no hablar con nadie puesto que sabe que en un nuevo contacto humano se da el penoso inicio de la trágica vida que se sumará a las ya vividas.


8 comentarios:

  1. donde puedo conseguir este libro maravilloso

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  2. me encantaria leerlo, ¿ donde puedo conseguirlo? o como puedo bajarlo.
    gracias

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  3. me lo prestó un amigo, hace años y me gustarí bajarlo, si puedo.

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  4. Leí este libro alrededor de los 18 años, me encantó y desearía leerlo otra vez a mis 80

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  5. Estoy empezando a leerlo. como no sabía si me gustaría, se me ocurrió escuchar algún comentario...Gracias..

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  6. Me gustaría leerlo

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  7. Lo leí cuando tenía 18 años, han pasado 40 años y aún recuerdo con fuerza la historia que contiene.

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  8. A fin de cuentas se trata de un libro imbécil porque su tesis de fondo es una solemne estupidez. No creo que ser inmortal sea una condena, es más, estoy completamente seguro de que no lo es.

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